28 ago 2012

El último duelo

 

La arena se desgasta desde el inicio de los tiempos por la caricia de agua brava. Este dique es una araña retorcida en el fondo pintado de nácar de la playa. Atrancado entre atolones la barca se funde con el muelle como uno solo. Un monstruo lleno de brazos, cuernos y espigas de velámenes retorcidos por el sol. Espera vestido de blanco, su color preferido. Con ojos de zorro escudriña los montículos, espera desde hace tiempo, para él el destino es una masa maleable de pan negro y mohoso donde clavar las garras. No tiene sentido ni orden, es un caos ordenado para su disfrute eterno.
Cuando suena la música elegida los violines rompen el cielo y las gaviotas vuelan díscolas entre las marañas de cuerdas del buque oscuro.
Recortado, diminuto entre los montículos de tierra, a lo lejos; las volutas de calor dibujan la figura del Plata.
Jhon no sabe por qué se encuentra aquí, ha sido rescatado del desierto por la mano divina del escribiente anónimo.
-Me cuentan que moriste.
-Hace un año que no respiro- el Plata mira a uno y otro lado, como buscando algo. El mar rompe fuerte ahora en la playa. El ruido de las olas, el canto de las aves; un rumor de ballena moribunda.
-¿Sabes quien soy?
- Eres el Negro que viste de blanco, la luz más bella.
Ríe el hombre de blanco mientras recarga el revolver de manera tranquila. Seis balas de plata. El sol se asoma en el horizonte.
-¿Por qué juegas a esto? Puedes fulminarme con tu mirada, puedes enviarme al    fuego eterno. Mis deudas son tantas: soy un pecador.
- Mira Jhon eres un tipo duro de los que me gustan. Sería de poco hombre enviarte al fuego eterno sin medirnos de igual a igual.
-Tú no eres hombre.
-Oh si Jhon, soy El Hombre. Un semejante, os conozco muy bien. No hay bicho mas maligno en el universo. La mejor creación; el igual deseado, el Adán perverso retornado Caín.
-¿Será de igual a igual entonces?
-No lo dudes. Mi palabra es ley no como la de Aquel.


Los crujidos de la nave negra y opaca se derriten en las orejas, el barco se hunde en el dique como presagio de la batalla por determinar.
Jhon escapa…corre entre las arenas sabiéndose muerto por este que no muere nunca.
El vampiro del ayer, el demonio grandioso y malvado, el mal en el sentido mas abstracto y obtuso que se pueda imaginar. Solo la huida le depara un camino seguro, un poco de tiempo para pensar.
Las balas resuenan cerca. Levantan polvo antiguo entre las dunas de oro. Y El ríe como nunca. Como antes de los tiempos cuando era un ángel.
-¡Estoy muerto maldita sea! ¿Es esta mi condena? ¿Por qué no me dejan descansar en paz? Bala Plateada esta muerto al fin. JODIDO HIJO DE PUTA. Déjame descansar de una maldita vez.
-¿Quien te lee Plata?- Es la voz del creador, del escribiente que retumba en el día mientras el Sol se posiciona en todo lo alto. La hora mágica de las doce. Su momento predilecto.
-¡Nadie te lee imbecil! ¿Acaso no lo sabes ya? Déjame morir jodido bastardo.
El hombre de blanco se acerca y sus balas más.
-Enfréntate a mi Plata…huir es de cobardes.
-Soy un puto cobarde demonio , ¿Qué esperabas?.
Con el sol a sus espaldas Jhon se incorpora después de arrastrase como un gusano.
Dos revólveres con las cachas nacaradas se le funden en las manos.
El de blanco toma posición y sonríe de nuevo.
-De igual a igual a Jhon – escupe el demonio, y retorna la lengua bífida a la boca como una serpiente a su cueva
Las gaviotas alzan el vuelo de nuevo y una mancha roja se dibuja en el costado de Jhon. Cae de nuevo a la tierra. El de blanco se acerca, oye el crujido de las botas al matar los granos pulidos de conchas moribundas desde hace eones en esta playa sin fin.
-Levanta indio…se que tienes algo más que darme.
-No puedo…
-Claro que puedes. Tu a mi no me engañas viejo. Levanta y dispara.
Con todo el dolor de su alma Jhon se yergue. La sangre negra mancha la camisa oscura y se le tiñe de rojo toro.
-Dispara…
Bamboleante el Plata encara el revolver izquierdo.
-Eres bueno con la zurda ¿a que esperas?
El disparo es eterno y lento; no va a ningún sitio. 
-Escúchame pendejo. No lo estás haciendo bien. No te he despertado de la muerte para jugar a esta pantomima. Intenta matarme o sufrirás una eternidad tan horrible como puedas imaginar, tengo un infierno particular para ti. Mátame como hiciste con tu hijo.
Otra vez el Plata se erige como marioneta llevada por hilos invisibles. Pero las pistolas caen al suelo sin fuerzas que la puedan sujetar.
-Que haces hermano! ¿Te ríes de mí?, toma esas pistolas y dispara mequetrefe.
Paso a paso, despacio, sin fuerzas casi; el Plata se acerca al inmaculado, tanto que casi puede rozar su cara. Un aliento de azufre se le mete en las narices.
-Dispara…- le increpa de nuevo el demonio.
Un brazo se levanta hasta una altura media, digamos un poco mas bajo de la cintura de una persona. Al final del brazo una mano cuajada de dedos. Los dedos agarran y tiran dando dos vueltas en el sentido de las agujas del reloj.
-De igual a igual- quedamos en eso ¿cierto?..aquel que cumple su palabra. Y me dirás que esto no es limpio , el que se cree el mas sucio del universo- Jhon no suelta su presa y tira un poco más hacia abajo- Quien diría que tendrías un par de cojones ahí debajo ¿para que los quieres? No lo sé ni me importa pero de seguro que nunca más te servirán de nada. Era muy conocido capando toros. Se decía que estando Jhon para que usar herramientas.
-Óyeme pistolero, eso estuvo bien- le reclama desde el cielo un estruendo que conmueve el ambiente. Retumba moviéndolo todo. Las balaustradas del barco hundido que aún despegan del mar, los granos de tierra tiemblan, y el mismo Sol parece sacudirse allá arriba en el cielo.- tú y yo juntos otra vez ¿Qué te parece?
Una mano al costado herido y la otra con el dedo levantado a las nubes: es la respuesta de Jhon.
El   reguero de sangre sigue un camino entre las dunas que se volatilizan a su paso.
La figura de negro se desmaterializa y solo sus huellas permanecen esperando el viento del sur que todo lo borra.

Disparos

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