27 oct 2011

Los tiempos de Marte. El Cronista / La leyenda de Bala Plateada Jhon

Dibujos de J.A. Acedo


Era muy joven entonces y aún conservaba el nombre que mis padres quisieron ponerme.
Espero que él me resuelva esta cuestión pero hasta el momento se mantiene esquivo al respecto como si esa parte del pasado pegado a mi familia fuese un secreto bochornoso, yo lo considero un honor y una carga.

Añadí una X a mi nombre como garantía de individualidad, el registro del Virreinato así lo confirma. San Luís queda muy lejos , mas allá del desierto rojo y mucho mas lejos de la Isla del Pescador donde termino mis días y escribo estas crónicas , espero que la parca no me visite como dicen los Jabatos ; vestida de rojo montada en un trikete , antes de terminarlas.

Por aquellos tiempos Marte disfrutaba de su independencia, los colonos dejaron de serlo para convertirse en propietarios, pequeños minifundios desperdigados por el continente ecuatorial. Los antiguos capataces disfrutaban de privilegios y la resistencia de entre guerras se lo permitía. El germen de las nuevas ciudades feudos estaba pues creciendo, dentro de poco nadie lo podría parar.

Los capataces y futuros hacendados se servían de la extorsión para el control de los propietarios de tal forma que la emancipación duro poco, pasamos de las manos de las compañías a las de ellos. Las colonias libres escaseaban pero fue en una de ellas cuando Jack entró en mi cabeza.

Nueva Tierra no tendría más de cien familias, el saloon era el sitio natural de reunión, allí no solo se bebía: se celebraban bodas y se rezaba a los dioses, el saloon es registro y ayuntamiento, juzgado y a veces cadalso.

Una bala de plata se metió en mi cabeza destrozándomela, se movía en lentitud y podría jurar que escuchaba cada neurona romperse con el metal.

-Joven Caronte, como el barquero aquel espero que me lleves navegando en tus hojas, que recuerden al Plata en tus escritos, el futuro de la Tierra y su certera muerte.

Me volví buscando no se qué, pues la voz procedía directamente de mi cabeza y lo contemplé por vez primera.
Una figura tan larga como enjuta vestida de negro, el sombrero calado y el olor de hidrogeno en sus botas que ascendía hasta mis narices. El reflejo de la Harley aniversario, una pieza de museo reformada, competía con los rayos de sol que se colaban a su paso por entre las puertas batientes.

No tuve menos que salir fuera del antro, él no estaba por entrar. La atmósfera modificada recreaba volutas multicolores en el ambiente que al pasar por su rostro lo difuminaba. Media calavera se transparentaba en su rostro, se me erizó el cabello.

-¿Quién eres y que quieres?- pregunté intentando aparentar ser un tipo duro de Marte, un buscador de especias, un aventurero; no era nada de eso.

-Necesito un cronista, alguien que transmita información ahora y mas atrás , el campo mórfico resultante estará escrito pues y mi futuro asegurado. Pude parecer difícil de entender, una estrambótica paradoja temporal . Necesito de alguien que cierre el circulo.

Hace mucho de eso, mucho, demasiado , ahora soy viejo y él sigue igual conservado por los herrrantes campos.



Puede que me utilizara, que fuese una herramienta en sus manos. También mi vida cambió desde ese instante.

Recorrí el ecuador de uno a otro lado, conviví con los clanes motoristas, los Mortengos me enseñaron la filosofía de la vida, me enfrenté a las compañías , visité el santuario conocido como Tierra , estuve preso en un agujero de gusano, durante dos años viajé en el tiempo hasta la fecha de su nacimiento : busqué oro en el Yukón , combatí del lado de los confederados , fui colono y militar .

Y al final los misterios se hacen más grandes cada vez que descubro alguna respuesta y ya no me queda tiempo. Me parece oír cada noche el rugido del hidrogeno quemado por el trikete de la de grana.

-Caronte ¿escribirás sobre el legado? – me dijo aquel día sonriendo como solo una calavera puede hacerlo, con los dientes blancos refulgiendo en la atmósfera terraformada.

Todo cambió entonces y el saloon me parecía un templo dorado cuando por fin entramos juntos a beber hasta el amanecer.

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