30 mar 2011

Por una cabeza


                                                       


Nota wiki:

En el psicoanálisis Freud define el odio como un estado del yo que desea destruir la fuente de su infelicidad. La psicología define el odio como una emoción "profunda y duradera, intensa expresión de animosidad, ira y hostilidad hacia una persona, grupo u objeto".Debido a que el odio se cree que es de larga duración, muchos psicólogos consideran que es más de una actitud o disposición de un estado emocional temporal. Odiar a alguien es desearle la muerte.



“No hay segunda oportunidad para una primera impresión”

El odio llega por caminos ocultos. Se puede odiar a una persona por los motivos más extraños. Siempre es más expeditivo que el amor o cualquier otro sentimiento, es una idea virus que no tiene fin, se puede dejar de amar pero abandonar el resentimiento puede durar toda una vida y continuar en la siguiente.

Cuando llegó todo fueron atenciones entre las suyas. Era un trabajo como cualquier otro con muchas horas muertas y las otras acudieron ansiosas de recolectar el fruto, verde aun, para macerarlo a su causa. Le advirtieron, le aconsejaron y ya todo marchó sobre ruedas. El odio se asienta en los débiles igual que en los fuertes.

El encargado era uno de esos de medio pelo, conocedor de su situación, de su baja jerarquía, tomador de decisiones mínimas pero que se hacen inmensas cuando el problema aprieta y una cabeza, la suya, es tomada por otomana, seccionada por el cuello como el eslabón mas débil de una cadena de mando incompetente.

Intentó el jefe hacerle la jornada  fácil en la medida de lo posible , pero la idea germen ya se había asentado en el cerebro , parasitándolo , comiéndole las escasas neuronas sobrevivientes al programa de sobremesa al que era adicta, como las otras , como sus benefactoras .

El encontronazo estaba clavado y se hizo presente, tan solo una advertencia un reproche del encargado y el monstruo del odio terminó de despertar inundando su cuerpo.

Aquel tipo extraño, ese encargado de galones de lata, merecía el desprecio que a ella le regalaron durante sus treinta y cinco años de existencia. Ese hombre era una proyección de otros. Una sonrisa a destiempo, un concepto de urbanidad mal entendido; de barrio dormitorio, de colas en el supermercado; trifulcas dominicales por el paquete de churros.
Mientras le reprochaba su acción se percató de un detalle aterrador. Ella era para el un trabajador sin sexo definido, un peón eunuco, castrado o vaciado de ovarios. Durante el tiempo que duró la reprimenda ella no fue mujer.

El insulto más grande, confirmado por una igualitaria que acaba de descubrir que lo es.

En Corea del norte existe un hotel inmenso y aterrador por otra parte vació, es un cadáver de hormigón condenado a la no existencia por el estado. Amilanado por el proyecto y las deudas el amado líder decidió arrestar el edificio, los norcoreanos están obligados a no verlo, no existe aunque ocupe una manzana entera, simplemente no está.

Como el hotel de Corea el encargado dejó de existir.

Primero en su mente pero aquello no bastaba, las otras tenían que aceptar la idea de la deconstrucción progresiva del individuo, de esa forma sería aceptada para posteriores reuniones exlaboris donde el mentidero se trasforma en acción directa sobre los demás.  Y lo más laborioso: él tenía que saberlo.

Que muchos condenen a una persona al ostracismo es grave, que una sola ajusticie a otra a esta técnica de marginación voraz es tan sublime y maquiavélico como una obra artesana de material de tortura.

Le negó el saludo. Limitándose a acatar las órdenes sistemáticamente sin mirar al emisor, se valía de las otras para consultar tal o cual cosa, podría pasar a través del encargado atravesándolo pues ya en su mente parte de este había dejado de existir.

De tal forma aquel día el personajillo no llegó al trabajo y nadie lo echo en falta. La realidad de ella se hizo fuerte y muy real; todo el Cosmos se confabuló para que aquello sucediese y las moléculas que componían al encargado se difuminaron transformándose en otra cosa hasta que este, sin remisión, desapareció, convertido en piedra, muesli mañanero o vaya usted a saber. Ella duerme tranquila, no tiene remordimientos, pues el encargadillo al que condenó a la nada desapareció de su mente, nunca estuvo allí y por tanto no tiene concepto del mal en su corazón.

 El odio no siempre fluye del más fuerte al débil. El rencor es una multiplicación cuyo orden en los factores no altera el producto.

Se puede odiar a una persona hasta quererla muerta por tan solo negar un saludo, se puede vomitar de asco ante la presencia de un ser vivo por el solo echo de saber que obtiene cierto poder sobre ti, el odio no conoce limites. El odio hermanos es tan avasallador que tan solo un inmenso amor altruista lo condena, pero eso queda muy lejos y atan solo los iniciados conocen esta faceta karmica. Para el resto de mortales el odio es nuestro mayor tesoro capaz de obrar el milagro de la desaparición, de la transfiguración; de llevar a un ser humano al limbo, a la no existencia.

La catadura de un hombre se mide por la fiereza de sus enemigos.

Agradezcamos pues a quien nos odia pues hasta el último momento en que este pensó en nuestro desvanecimiento fuimos el motivo de su existencia, el alimento y el ansia de cada día, una idea en su cerebro repetitiva y concreta y su razón de existir. Fuimos su postrimero pensamiento antes de dormir y el principal al despertar, sin duda nadie nos tuvo tanta consideración como él.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

El odio es el mayor arma para el ser humano ya que aleja a los indesables.ODIO, ASCO, REPUGNANCIA.
¿QUIEN NO DESEO EN ALGUN MOMENTO LA MUERTE DE ALGUIEN?
¿QUIEN NO DESEO VER A UN ENCARGADO CON EL PIJAMA DE MADERA?
ODIARAS COMO TE ODIAS A TI MISMO.

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