21 jul 2011

El tren II Parte (aperitivo antes del caos) / La leyenda de Bala Plateada Jhon


 

Podrían ser unas cuatro tipos, cinco si contamos al joven encima del tejado.

Disparó, disparó y disparó, recargaba como el demonio ; ajusticiaba como un ángel.

Los primeros cayeron sin percatarse de qué los mataba, corrió cruzando la calle principal se resguardó tras una puerta abierta y atinó al joven del techado, escupió en el suelo- un niño, se dijo - y entró en el saloon.

 Levantó ambas manos con un revolver en cada una y mató de nuevo sin mirar.

-Mi dinero – susurró al oído del tipo sentado junto a otros jugando al poker.

-No están todos muertos Pantano, te falta el jefe.

-Ahora si – y le cortó el cuello al jugador con un cuchillo de caza- él es mi cliente ¿cierto Gobernador ?...repito…mi dinero.

-Tenga su dinero y márchese, es usted un asesino- le espetó el Gobernador.

-Gracias.

-Ha llenado la calle de muertos, mi sobrino…es usted un demonio, solo quería al último.

-Los últimos serán los primeros. Créame hermano sé de lo que hablo.

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-¿Tienes tiempo?

-Todo el que quieras.- Pantano miró al extraño rubio de arriba a bajo. Un tipo alto, demasiado alto, casi albino , que parecía sentirse incomodo dentro de sus pantalones, le colgaba un artilugio de la cintura parecido a un arma, cobrizo y brillante.

-¿Qué es eso?

El rubio desenfundó el aparato, de este salía un tubo articulado que se colaba en su espalda. Apuntó al espejo tras la barra del saloon y al instante quedó manchado de blanco, congelado, cayó en trozos sólidos como adoquines.

-Eso tendrá que pagarlo amigo – se pronunció el barman, asomando la cabeza por la trinchera de madera.

-Solo quiero algo que harías gratis pero yo te pagaré. Bala Plateada...

-No sigas, no pronuncies ese nombre, ya estás muerto rubio.

-Te aterra…

-No sabes lo que hablas, mientas a la muerte. Tú no conoces, tú no sabes nada rubio.

Pantano comenzó a temblar , recordando , estrujando su cerebro para saber como era antes , antes de que él entrara en su cabeza y lo volviera loco, antes de babear como un perro pidiendo comida.

-Ese…ese monstruo me tuvo encerrado un mes.

-Eres un tipo duro Pantano un hombre de las montañas, te asusta un viejo.

-Un mes entero, cada noche entraba en el refugio, sin hablar, solo me miraba.
Se metía en mi cabeza, mataba mi alma, me sentí muerto. He visto el infierno forastero y no se parece a la puta mierda que hablan los curas, aquello es, aquello es…

-Me llamo Noslok, tengo mucho dinero, tanto como para comprar todas las almas que quiera, incluida la tuya, estás salvo Pantano, yo te enseñaré a matar al viejo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Te estás desatando Carontex jajaja, muy bién, esto es lo que esperaba leer en las aventuras de Bala Plateada. El argumento de esta historia se está convirtiendo en una olla a presión a punto de reventar y hace que el lector (al menos en mi caso) quiera más y más. Un saludo.
Tiroloko69

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