26 jul 2011

El tren II Parte ( Thorpe ) / La leyenda de Bala Plateada Jhon



Todo parecía obtuso, romo y negro. Las sombras se mecían al trote de un caballo pardo. Las figuras apartaron las telas del tipi para descubrir la figura inerte de un viejo enjuto y fibroso con el torso limpio. El olor a yerba del diablo inundaba la tienda y los hombres se taparon las narices con sus pañuelos.

-No se entera de nada está drogado con esa mierda india.
-Si despierta ahora estamos muertos, en esta y otra vida, nos perseguirá para siempre Marmota.
-Eres un cobarde, agarra de esa pierna.
-¿Que hacemos con el caballo? Es un demonio.
-Mátalo joder.
-¿Por qué no lo matamos a él?
-El rubio lo quiere vivo.

Los hombres cargaron el cuerpo, apenas pesaba parecía que toda la consistencia de aquel viejo había volado con su espíritu. Fue tirado como paja seca al carro y mientras el Marmota terminaba de atarlo Pantano apuntó el rifle hacía Thorpe, el caballo.

-El hijo de puta no se queda quieto.
-¡Mátalo ya de una puta vez! No eres capaz de ajusticiar un penco.

"Mis antepasados no eran de esta tierra, cuentan que atravesaron el mar para llegar aquí montados en maderas. Ellos hicieron suyas las praderas, ellos si fueron libres por unos sagrados momentos, yo no lo seré nunca. Cuando el viejo llegó yo estaba muerto, liberado del tiro de la guerra. Libre de forma auténtica y verdadera. Cosido a balazos, chorreando sangre la vida se me escapaba..."

El caballo arrancó la estaca del suelo y su bufido manchó la noche de blanco, los ojos relumbraron sin pupilas con el amarillo del orín.

"...se metió en mi cabeza y me trajo del mas allá, me dijo que mi ciclo no estaba cumplido, que no podía reunirme con la madre Tierra, la misión no estaba completa...yo le era necesario; demasiado tarde, consiguió sus fines me doblegué. Para entonces la muerte hizo mella en mí , estos cascos pisaron el otro lado de tal forma que soy un cadáver que cabalga, nada de este mundo puede afectarme"

El espíritu negro corría como la centella, el bramido eclipsaba la voz de los coyotes, se subió de patas ante el carromato pisando la madera, levantando astillas. Los brutos de tiro estaban quietos, ausentes al desarrollo de los acontecimientos. Estáticos, idos, en otra dimensión. Thorpe avanzaba con los dientes desencajados, brillante de sudor.


-¡Nos va a destrozar Pantano! Vacíale el tambor. El rifle no le hace nada.
-¡Vámonos de aquí!
-¡Yahoooo!- azuzando a las bestias el Marmota daba por imposible el sacrificio.

Las bestias reaccionaron después de un millón de años y comenzaron un endemoniado galope alejándose de la furia del equino muerto.

-¿Viste sus ojos? ¿Los viste ?...- El Marmota estaba histérico.

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