25 feb 2011

Charro de Acero I / La leyenda de Bala Plateada Jhon

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Quise que Charro de acero fuese un relato corto, muy corto , para no aburrir al inquieto lector en la red que se mueve rápido cuando algo cansa. Pero Carontex manda en estas cuestiones y Leonora se le hace apasionante incluso siendo más lo que se adivina que lo que se cuenta en la historia sobre ella, no pudo este que escribe dejar a medias el legado. De tal forma el Charro serán tres partes.

Por otro lado le debo a un camarada estos capítulos, es palabra de hombre y eso es tan sagrado como el medallón de Santa Señora que porta el pistolero negro, no puedo resumir lo que se me glosa sin que se pierda algo por el camino.

Pido disculpas pues e invoco a la paciencia de los lectores y si no hice lo correcto que el infierno de los Noveles me acoja.

Notas Wiki :


... En algunos países y culturas otros animales desempeñan el papel del hombre lobo(...)Abundan hasta hoy en Latinoamérica las leyendas de los «hombres-tigres», asociados con yaguaretés, jaguares, otorongos o pumas ya que éstas son las fieras más temidas en ese continente. Los dos mitos más importantes son: el runa uturuncu, «indio-tigre» u «hombre-puma» en el quichua del noroeste argentino; el Yaguareté-Abá o «tigre-capiango» de las leyendas guaraníticas del noreste argentino y Paraguay.


...Texas se jacta de haber visto flamear seis banderas sobre su tierra: la Flor de lis de Francia, y las banderas nacionales de España, México, la República de Texas, los Estados Unidos de América y los Estados Confederados de América.

                                                 
        El Charro de Acero y una botella de tequila

Trescientos pasos al norte del Templete de Santa fe a varios metros bajo tierra se encuentra el invento. Fabricado por el mismo diablo dispara cien balas por minuto.

Un leve escalofrío recorre a los presentes, solo un par de segundos, al instante retorna el calor del desierto que se cuela a raudales intermitentes por entre las puertas móviles.

Viste de luto, el color de los funerales: quizás el suyo.

Camina por la cantina con paso firme. En el rostro una expresión de asco para los allí sentados; estaban humillando su casa. Se adelantó a la barra apoyando los codos y subió el “San Luis” un par de cuartas por encima de la frente, fue entonces cuando el bebedor de al lado lo atravesó.

Del charro se esfumó una voluta de humo que se recompuso al instante, cada brazo de niebla recuperó su lugar, se acercó a la botella cruzándola como si esta fuera un espejismo.

- Ni tan solo un trago puedo tomar – y el espectro del charro acarició la garrafa hundiendo sus manos en el cristal inalcanzable - Estoy muerto y seco, ¿que tienes que decir a eso.

Para Jack el Plata los diálogos con seres del otro lado es un común en su vida. Sentado a varias sillas de distancia la voz del mexicano le llegó grave, una vibración sorda que le retumba en el estomago.

-Estás muerto en verdad y con la bebida tendrás que joderte como buen difunto que eres. Cuéntame tus penas y recuerda que no trabajo de balde. – el Bala sabe como comunicarse con ellos, sus labios permanecen cerrados, todo el concepto vuela por el éter hasta el ectoplasma del mexicano muerto.

- Tu lengua es de víbora tal y como me comentaron. Mira, este suelo que pisas es mió. De Don José Santacana el charro de acero o por lo menos lo fue en vida-se pronunció el azteca extendiendo los brazos en forma de crucero- Mi hacienda es larga y ancha hasta donde puedas ver. Lucharon los míos por ella con los españoles bastardos, con el gabacho y con el inglés y ahora esta escoria texana se emborracha de aguardiente y wisqui barato. Si bien es cierto que me beneficié de los grises; su causa me parecía justa y les vendí al diablo por eso mi apodo.

- Metralletas, el invento mas ruin, un hombre que se precie de serlo mata a su enemigo de cara con un revolver en la mano.

- No serás tú quien me de lecciones de honor jodido chinaco. Era una guerra de Gringos por mi se pueden morir todos.

- Una guerra en la que tu tierra estaba en juego y ahora te ves muerto y suplicando por ella.

- Quiero una muesca mas en tu revolver. Quiero venganza de aquella que me vendió no descansaré en paz hasta que pague por entregar lo que me pertenece.

- ¿A quien tengo que matar?.

- Me consta que no tienes conciencia y si la tienes está tan oculta como mi hígado podrido, de todas formas no te apures es más animal que persona.

- ¿Es un lobo? ¿Me equivoco?

- Sí – la faz de calavera parecía mostrar expresión de temor mas allá de los huesos.

- Hace mucho que no mato lobos   , se parecen demasiado a mi.

- Es una mujer – dice el charro con una sonrisa en el trozo de la cara que a un no es hueso.

- Dime como voy a cobrar.

- Te pagaré en especie amigo, me llaman el charro de acero por algo.

-¿Y tu que ganas? No haces esto solo por tus tierras, estás muerto que te importa a ti que los Gringos se emborrachen donde meabas de pequeño, a mi no me engañas algo mas tienes entre tus huesos- sentencia el Plata y el punto y seguido es un sonoro escupitajo en la palangana de cinc.

- Hablando de mujeres ¿que crees brujo? Mata a esa hiena y cobrarás.

El charro se despidió como si aún le esperase su caballo fuera, despacio, haciendo sonar las espuelas, dando al pistolero la espalda; ensangrentada esta, abierta en el costado izquierdo, mostrando las costillas, como solo un lobo puede hacer antes de devorar a su victima.

-¿Esa caricia en la espalda se la hizo el lobo Don José? – interroga el Bala, sentado al fondo de la cantina esta vez la voz escapó de su garganta y algunos parroquianos volvieron el cuello...

-Juegos de enamorados no más. Vete a chingar a tu madre brujo y termina el encargo.
                                                                    

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