27 feb 2011

Charro de Acero II / La leyenda de Bala Plateada Jhon

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Leonora

En las afueras de Santa fe se extiende la hacienda Villa Ana, los acres se pierden en la inmensidad del desierto. El conjunto de casas se asemeja a dados nacarados esparcidos por la tierra, la casa del mayoral, la de invitados, dos grandes establos y reses estabuladas en un gran cercado .

Junto al portalón de teca abierto de par en par juegan chiquillos mexicanos vestidos de blanco, las matronas sacan agua del pozo, el sol se filtra por entre hojas de palmeras gigantes y dibujan figuras en los rostros de los infantes, tan solo la sombra alargada, y picuda del plata desentona en aquel edén cunado se posa en uno de ellos.

-¿Dónde esta?- pregunta el plata en español.
- La señora ¿a que sí?
-Si, dímelo y lárgate raudo de aquí.
-En el huerto, está en el huerto, en ese lado de la hacienda - en estampida el grupo de niños corre lejos de su vista, las matronas toman a los mas pequeños en brazos y siguen igual camino.

La piel de la mujer es parda como el bronce, el cabello largo hasta la cintura, se aprecian sus formas al contra luz del lino que viste su cuerpo. Leonora es felina, una gata, un puma del desierto escondido entre enaguas de bordados blancos; las manos llenas de hortalizas y el sol a su espalda. La bella flor del diablo aflora por doquier algunos botones magentas de peyote se le escapan a la mujer por entre el regazo.

- No es luna llena esta noche, ¿tan cobarde eres hombre?
- No vengo a matarte, todavía...
- ¿Qué le hiciste al charro aparte de comerle el espinazo?
-El solo se mató Jack. Ese es tu nombre Jack el Plata ¿me clavarás una bala de la tuyas en el corazón Jack? Que te importa a ti que tan solo ganas un jornal, el salario de un muerto.

La mujer continuó recogiendo tubérculos de la huerta como si Jhon no estuviera allí. El grito del águila se hizo fuerte rompiendo el silencio descubriendo a lo lejos el griterío de los niños, muchos niños.

-Son mis hijos, todos, darían la vida por mi como buenos cachorros, ¿Sabes Plata? necesito de los hombres la simiente, tan solo eso; lo demás no me importa. De pequeños son tan manejables, puedes hacer con ellos lo que quieras, son libros en blanco donde escribir.

-Tengo que matarte y necesito una causa, hazme creíble lo que tengo que hacer, dame una justificación para rebanarte el pescuezo- le inquirió el Plata. Después de todo ajusticiar a una madre no es del gusto del Místico.

-Son tantas que se haría de noche, y tú ya sebes lo que pasa en la penumbra Jack.
Te crees hombre y Santo, inmortal a lo mejor - y en la cara de aquella felina mujer se iluminó una sonrisa.

-Está bien – continuó la mujer mientras se agacha al suelo mostrando los muslos tan tersos y morenos que parecían de cuero – Nací el siete de Julio, la séptima hija y la herencia animal se hizo en mi, como debes de saber. No fui mordida nací así y el espíritu del Puma se arrulló en mi alma. Necesito carne y el charro, mi benefactor, me la proporcionaba a placer. Más mi causa no es solo el alimento, me debo a los míos, tenemos que acabar con aquellos de los dientes cortos. Me cuentan que eres bueno asesinando murciélagos, eso me agrada Jack.

- Para mi sois la misma mierda mujer.

Por un momento fijó su vista en el y una ráfaga fugaz de una visión desértica le iluminó los ojos de gato; rasgados y verdes, una fina línea oscura por iris y dos colmillos afilados como espadas. Al Bala le subió un escalofrío por la espina dorsal.

Por las lomas del huerto las figuras avanzan despacio formando un círculo en torno a Jack.

En las cercanías del desierto la noche se hace pronto y la luna, llena como un queso aquella tarde, competía con el sol buscando cada cual su lugar. Por un instante ambos permanecieron juntos; amantes lejanos en perdida continua el astro Rey ante el fulgor de su sombría dama.

-Falta poco Jack, ¿seguirás aquí cuando llegue la noche?
-Termina tu historia.
-Cuando llegaron los gringos consideré conveniente una alianza con ellos, les vendí la hacienda por trozos necesito los dólares para la causa de los míos. José se interponía en mis planes así que...bueno, tuve que morderle un poco. Esto que ves es una guardería de cachorros, son míos y de algunas matronas, la simiente de los hombres texanos es tan buena como otra cualquiera
Cuando el sol cayó de todo lo alto los niños habían rodeado a Jack. Serian más de doce criaturas, sus rostros quedaban ocultos en las sombras y tan solo leves reflejos gatunos en la mirada de estos, ojos en cruz, verdes como la raíz del mescal iluminaban los pasos de Jack. Leonora se sentó con parsimonia y ya sus extremidades inferiores se cubrían del color de las dunas, sus orejas se volvieron picudas, una zarpa se arrimó a la boca que lamió con fruición: el puma habló.

-Cuéntame tu Juan ¿es cierto que mis hermanos lobos acabaron con tu hijo? ¿Que huiste como un cobarde de aquel valle?
-Tengo toda justificación que necesitaba,   lobo, puma o zorra en celo. Para mi solo eres parte de un salario- contestó Jack   alzando ambos revólveres de la canana.

Seis balas de plata atravesaron por igual número de cuerpos de infantes, desangrados retornaron a cuerpo mortal y poco le importo al pistolero que remató a los púberes ya en la arena.

El resto de cachorros arremetieron contra Jack, en jauría. Oculto en la espalda, tapado por la librea el machete de plata se hizo ver en la noche; levitó hacia las pequeñas cabezas que cortadas de cuajo rodaron a los pies del ejecutor.

Leonora continúa sentada. Los rayos de luna iluminan su cara cuando acerca un botón de peyote a los labios. Las brumas comienzan a elevarse y el rumor del mescal como un trueno anuncia que el combate se llevará a acabo en el otro lado, la realidad no ordinaria que Jack conoce también. El pistolero no necesita de la droga, es hombre de conocimiento en estos juegos, y sentado junto a la mujer entra en el mundo.

Leonora es poderosa, un gato fantástico con la piel marrón surcada de betas negras.Un retazo de humanidad se adivina en la mirada pues los ojos del puma ahora son ahora de mujer, redondos y claros un vestigio de su alma mortal.

El puma se abalanza sobre Jhon pero el Plata ya no es persona, el brujo es un lobo negro, inmenso y funde con el amarillo de sus pupilas la carne mas dura. El pelo se encrespa en la testa y los colmillos, sucios como el infierno, desbrozan sin piedad el cuello del gato. Siente el Plata el sabor de la sangre chorreante en sus mandíbulas, huele el aroma de mujer que aun perdura en la piel del felino y excitado mueve la cabeza de un lado a otro salpicando de vísceras su rostro de animal enorme y salvaje.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Intensa esta segunda entrega del Charro amigo Carontex, tanto que no sé que vas a dejar para la tercera.No obstante, me gustaria hacer una pequeña crítica a la misma pretendiendo, por supuesto, que sea constructiva y vaya por delante que no entiendo de literatura, tan sólo soy un mero lector que te dice si le gusta o no lo que lee.Cuando el pistolero se dirige a Leonora diciéndole que había comido el espinazo al Charro parecia que era en sentido figurado, como cuando uno dice que una mala mujer te "chupa la sangre" pero ¡¡sorpresa!!, era en sentido literal, vaya golpe, muy bueno. pero a partir de aquí la historia flojea porque la acción que relatas a continuación no me parece creíble (soy consciente de que hablar de lo creíble en una historia donde parte de la acción se desarrolla en una realidad alternativa parece más surrealista que la historia misma). la escena que describes a continuación es la de una docena de jóvenes felinos rodeando a Bala plateada como una jauría y aquí es donde flojea la historia porque creo que nadie que haya visto algún reportaje de los animalitos de la 2 entenderá como es que de una jauría de doce animales salvajes atacan la mitad y la otra mitad se quedan sentados esperando mientras su objetivo mata primero y remata después a sus congéneres. Y más raro aún resulta el segundo ataque, ¿que atacaron en una perfecta y sincronizada fila para que el pistolero pudiera cortar las seis cabezas de un sólo y certero mandoble?.No obstante me ha gustado la historia, me confieso fan de este oscuro pistolero y espero el desenlace con muchísimo interés porque has puesto tanta "chicha" en esta segunda parte del Charro que no sé que vasa dejar para la tercera. Saludos.
Tiroloko69

Luis Antonio Santana dijo...

Estimado Tiroloko , acepto tus críticas y espero recibir más , escribir y no recibirlas es como hablar solo.

Tienes razón , no fui lo sufucientemente descriptivo y cometí un error común , dar por echo que el lector se imagina la escena o que sabe del Plata tanto como yo.

La tercera está en marcha y espero que sigas ahí para dar donde más duele.

Un saludo Tiro!

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